Decía el otro sobre el buen tiempo que acompaña a mis viajes.
La prueba es la escapada este mayo pasado a Palma de Mallorca. Llovió cuando tenía que llover y no afectó significativamente al viaje, sí a las fotos, pero eso es lo de menos.
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Concretamente el último día fue la excursión al castillo de Bellver. Llovió durante la subida al castillo y hasta cruzar el arco de entrada. Paró y volvió a llover mientras veíamos los dos niveles de galerías circulares alrededor del patio.
Cuando subimos a la cubierta a ver las vistas de la ciudad, las montañas y el mar, dejó de llover y no volvió a hacerlo hasta llegar al aeropuerto.
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Pareció que estaban cronometrados los tiempos.
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Volviendo al castillo, éste es singular por su planta circular, poco habitual, su unidad de estilo y su buen grado de conservación. Actualmente aloja el Museo de Historia de la Ciudad, aunque sus otros usos han sido, por poco tiempo residencia real y más comunmente prisión, varias veces a lo largo de su historia.
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