lunes, 10 de agosto de 2009

Intervenciones desafortunadas en la ciudad

La semana pasada salía con otra persona de las oficinas de OCOVAL y nos dirigíamos hacaa la Avenida de Aragón. Cuando estábamos a punto de girar en la calle Ernesto Ferrer mi acompañante comentó que estaban pendientes de reformar dos plantas del edificío de oficinas que hicieron junto al edificio que toda la vida ha sido conocido como el centro de datos de la Caja de Ahorros de Valencia.
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No sé cómo se llamará hoy, pero sí sé y eso es lo que comentamos, que hace poco más de un año terminaron una intervención total en el edificio.
Fue la oportunidad de cargarse, eliminar queda muy suave, el mural que existía en la fachada del chaflán.
Este acto coincidió con la inauguración de las obras de reacondicionamiento y ampliación del edificio cultural de Bancaja en la Plaza de Tetuán.
Muchos anuncios en prensa y muchos discursos hablando del compromiso de Bancaja con la cultura y el arte valenciano.
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Hombre, compromiso, compromiso, lo que se dice compromiso no sé si le puede llamar a cargarse, repito el término, el mural existente, máxime cuando lo único que se ha colocado es el rotulito de Bancaja y el monigote de Mariscal.
Digo yo que habría otro sitio y que no hubiese pasado nada por quitar cuatro paneles de muro cortina. Que el mural ya existía, bonito o feo, pero le daba gracia y hacía reconocible un edificio de oficinas, tan escasos, de esa época, en Valencia.
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Si seguimos por esa calle, la del Cardenal Benlloch, nos encontramos en su cruce con la Avenida del Puerto, aunque realmente no se cruzan porque la calle acaba aquí, nos encontramos, digo, con una farmacia en la esquina.
Una farmacia que está abierta las 24 horas del día los 365 días del año y que por tanto debe hacerse notar llamando la atención.
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En esta farmacia también han realizado una intervención de menor entidad que en el edificio anterior y también, desde mi punto de vista, con poco acierto, aunque el error es subsanable con mucha facilidad.
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En algunos huecos superiores de fachada han puesto en cada uno de ellos una letra de la palabra FARMACIA, pero con tan poca vista que lo han escrito como si las dos fachadas fueran dos páginas de un libro en vez de una única página apaisada doblada por la mitad.
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Esto hace que el efecto, tanto mirando cada una de las fachadas por separado o las dos desde la esquina opuesta sea un sinsentido.
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Otro día hablaremos de los edificios de Telefónica, que también tienen su aquel.
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