El chico de las cigüeñas
Luisa Cuerda
Fotografía de cubierta de María Meseguer
Edita Ediciones del Viento
154 páginas
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No sé por qué compré esta novela de Luisa Cuerda y me la traje de vacaciones. Probablemente, porque no había leído la solapa o porque sólo me fijé en la foto de la autora –tan de lista de pueblo, tan de verdad vivida–, pero el caso es que sólo la habitual tardanza en llegar de las cajas de libros me abocó a su lectura. Y a eso de la página 30, me conquistó. Para empezar, escribe o, mejor, utiliza un vocabulario antiguo y nítido que me recuerda mucho al de mi pueblo. Pero no por parecerse las palabras sino por lo raro y milagroso de su supervivencia. La unión de una sintaxis clara y una semántica de fulgor mate, como veteada de un metal prestigioso y olvidado, me resulta irresistible.
El tema, asunto o argumento de la novela –que en ocasiones se acerca al guión teatral, y tal vez podría llegar a serlo– es el de un escritor que ha triunfado y busca al maestro que alentó su vocación y que un día –años 70– desapareció súbitamente del pueblo y de su vida. No hay sorpresas en la historia. Lo valioso, para mí, es que permite asomarse al proceso intelectual y social más importante de nuestro tiempo: el paso de la España profunda, de pueblo, no a la “de capital”, igualmente honda, sino a la de ciudad, moderna, banal y sin interés.. Temo que no sea lo que piensa la autora, pero es algo que permite leer, colegir o avizorar su novela. Hubo un momento, décadas atrás, en que se nos perdió España, con todo lo que abrumadoramente significa. Este es un buen rastro.
El tema, asunto o argumento de la novela –que en ocasiones se acerca al guión teatral, y tal vez podría llegar a serlo– es el de un escritor que ha triunfado y busca al maestro que alentó su vocación y que un día –años 70– desapareció súbitamente del pueblo y de su vida. No hay sorpresas en la historia. Lo valioso, para mí, es que permite asomarse al proceso intelectual y social más importante de nuestro tiempo: el paso de la España profunda, de pueblo, no a la “de capital”, igualmente honda, sino a la de ciudad, moderna, banal y sin interés.. Temo que no sea lo que piensa la autora, pero es algo que permite leer, colegir o avizorar su novela. Hubo un momento, décadas atrás, en que se nos perdió España, con todo lo que abrumadoramente significa. Este es un buen rastro.
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Esto anterior no es mío, es la crítica o el comentario que hace Federico Jiménez Losantos del libro en su blog.
Y fue la razón de comprarlo. Lo encargué un miércoles, lo recogí ese viernes por la tarde y lo leí el fin de semana.
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Y me ha encantado. A veces, como dice FJL, parece una obra de teatro con las escenas de diálogo. No hay acción ni puñetera falta que le hace.
Ha sido una sorpresa estupenda.
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No sé si a la autora le habrá gustado que FJL haya puesto tan bien su libro, igual queda estigmatizado para los progres, pero que sepa que si ha vendido un ejemplar, el mío, ha sido por él.
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En el blog de la autora, ésta no comenta nada al respecto, sí habla de la presentación del libro en Urueña, la villa del libro. Un proyecto igual o parecido se presentó para realizar en mi pueblo, pero se quedó en eso, en proyecto. Me alegra ver que en otros sitios sí han sido capaces de llevarlo a cabo.
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