El viernes pasado aparecía publicado en EL CULTURAL un anuncio a toda página del V Premio Internacional de Fotografía Contemporánea Pilar Citoler.
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Ilustraba el cartel una fotografía del interior del aeropuerto de Madrid-Barajas, o Barajas a secas.
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La nueva ampliación es un edificio muy fotogénico. O no. Algunos pensarán lo primero, yo entre ellos, y otros simplemente lo ven, lo disfrutan, lo padecen y le hacen fotos por aburrimiento durante las horas de espera que les haya tocado en suerte.
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Yo aprovecho la ocasión para colocar un par de fotos del edificio que hice la última vez que estuve en él hace dos meses justos.
Y voy a hacer algo más, voy a intentar explicar algunas de las fotos, o por lo menos, lo que pretendía conseguir con ellas.
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En las dos de arriba pretendo mostrar que el edificio se acaba ahí, en el cristal porque el plano lo decía así, pero podría haber continuado varios cientos de metros más como lo indican los reflejos.
En las dos de arriba pretendo mostrar que el edificio se acaba ahí, en el cristal porque el plano lo decía así, pero podría haber continuado varios cientos de metros más como lo indican los reflejos.
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En estas dos fotografías se ve cómo los huecos que iluminan el interior del edificio y son una de las características del mismo se colocan también en el exterior para iluminar zonas de servicio. ¿justificación arquitectónica? La desconozco.
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La última de las fotografías nos muestra el característico perfil exterior del aeropuerto pero visto desde el interior. Es el único punto desde el que se pueden observar las olas de la cubierta.
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Esto es deformación profesional: mirando el edificio en vez de fijarte en un Nuevo Amanecer en Expaña.
ResponderEliminarNo si amanecer también vimos. Y el amanecer era nuevo, sí, claro, era del día. Expaña, Expaña, a esa no la ví. Estaba y está dormida, o aborregada, que en este caso es lo mismo.
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