El Mandarín
O Mandarim
Eça de Queirós
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Traducción de Alejandro García Schnetzer
Ilustraciones de Alberto Cedrón
Edita Libros del zorro rojo79 páginas, con ilustraciones
1ª edición, septiembre de 2007
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José María Eça de Queiroz (Povoa de Varzim, 1845-1900). Periodista y diplomático, su vida cosmopolita le permitió estar al tanto de las nuevas corrientes literarias de su época. Así fue como conoció las obras de Zola, de quién puede considerarse seguidor.
Émile Zola es el creador de la corriente narrativa conocida como ‘Naturalismo’, que, partiendo del Realismo, propugnaba para la novela una representación de la vida de modo documental, con una estricta asepsia del narrador, que debía limitarse a mostrar sus personajes en el contexto en que viven, determinados por su herencia genética y el medio social en que se desenvuelven.
Con todo, el Naturalismo de Queiroz no es totalmente fiel a las tesis lanzadas por Zola. Podría decirse que se halla más bien en un Realismo que incluye elementos naturalistas. Además, también escribió narraciones de otro tipo.
De entre éstas, es buen ejemplo El mandarín, publicado en 1880 por el ‘Diario de Portugal’. Se trata de una novela corta de carácter fantástico que decepcionó en cierta medida a sus seguidores, ávidos de las extremosidades naturalistas.
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«En lo más remoto de la China existe un mandarín más rico que todos los reyes que refieren la Fábula o la Historia. Nada conoces de él, ni el nombre, ni el rostro, ni la seda con que se viste. Para que tú heredes sus infinitos caudales, basta que hagas sonar esa campanilla, puesta a tu lado sobre un libro. Él exhalará apenas un suspiro en los confines de Mongolia. Entonces será un cadáver y tú verás a tus pies más oro del que puede soñar la ambición de un avaro. Tú, que me lees y eres un hombre mortal, ¿harás sonar la campanilla?» .
Émile Zola es el creador de la corriente narrativa conocida como ‘Naturalismo’, que, partiendo del Realismo, propugnaba para la novela una representación de la vida de modo documental, con una estricta asepsia del narrador, que debía limitarse a mostrar sus personajes en el contexto en que viven, determinados por su herencia genética y el medio social en que se desenvuelven.
Con todo, el Naturalismo de Queiroz no es totalmente fiel a las tesis lanzadas por Zola. Podría decirse que se halla más bien en un Realismo que incluye elementos naturalistas. Además, también escribió narraciones de otro tipo.
De entre éstas, es buen ejemplo El mandarín, publicado en 1880 por el ‘Diario de Portugal’. Se trata de una novela corta de carácter fantástico que decepcionó en cierta medida a sus seguidores, ávidos de las extremosidades naturalistas.
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«En lo más remoto de la China existe un mandarín más rico que todos los reyes que refieren la Fábula o la Historia. Nada conoces de él, ni el nombre, ni el rostro, ni la seda con que se viste. Para que tú heredes sus infinitos caudales, basta que hagas sonar esa campanilla, puesta a tu lado sobre un libro. Él exhalará apenas un suspiro en los confines de Mongolia. Entonces será un cadáver y tú verás a tus pies más oro del que puede soñar la ambición de un avaro. Tú, que me lees y eres un hombre mortal, ¿harás sonar la campanilla?» .
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Teodoro, un oscuro amanuense de Lisboa, recibe cierta noche en su habitación la visita del demonio, que le propone sellar un pacto siniestro: aniquilar a un mandarín a cambio de obtener todas sus riquezas. A partir de ese momento, su vida se verá inmersa en una aventura prodigiosa donde la fantasía se combina con las más deleitables emociones.
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Se trata de un relato fantástico, aunque escrito con técnica realista. El argumento puede parecer poco logrado, pues lo lógico hubiera sido que el Diablo pidiera a Teodoro algo, a cambio de la riqueza –al estilo de Fausto-, pero esto no es así porque el mensaje que trata de transmitir el autor es que la verdadera maldición está en la posesión de ésta y en los remordimientos que ello produce.
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Creo que es el primer libro que leo de un autor portugués. Y ha sido una grata sorpresa. Y para añadir más cosmopolitismo diré que lo compré en una librería francesa, carácteres, que está en una plaza muy valenciana, la de la Merced.
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