Las luces de Calatrava

Se esperaba, yo lo esperaba, pero no ha dejado de ser una sorpresa que se cambiara la iluminación de varios de los puentes del xiquet de Benimamet, Santiago Calatrava.

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De hecho se ha cambiado en un puente y un viaducto. La diferencia entre los dos términos es que el primero salva el cauce de un río (aunque sea seco como es el caso) y el segundo salva un desnivel.

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Las fotografías corresponden al puente.

El nombre oficial del puente lo desconozco, es conocido popularmente como La Peineta y cruza el antiguo cauce del Turia en un punto donde ya anteriormente existía un puente.

Aquel puente hubo que derribarlo para la construcción de la estación de metro de Alameda, según diseño del mencionado arquitecto.

Estación que será, ya lo es, el tapón que no permitirá crecer a la red de metro por el nefasto diseño de las vías que se hizo, pero eso el tema de esta anotación.

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La iluminación.

La iluminación peatonal en los puentes de Calatrava es muy de diseño, siempre todos lo detalles lo son, pero digamos que no es acertada.

Y no es acertada porque ilumina desde abajo.

En este caso se colocan dobles tubos fluorescentes seguidos, en una línea continua que sigue el desarrollo de la bionda que separa la acera de la calzada, por lo que queda a unos 50 cm de altura de los peatones.

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Cualquiera, de chiquillo o más mayores, hemos hecho la gracia de ponernos una linterna en el pecho alumbrando la cara pretenediendo asustar a la persona de enfrente.

Esto es debido a que no estamos acostumbrados a ver los rostros iluminados desde abajo. El sol, la luna, las lámparas en casa, en los edificios de nuestro entorno la luz siempre viene de arriba.

Inconscientemente, la primera cosa que hacemos antes de cruzarnos con alguien en una acera es mirarle la cara, es una medida de seguridad.

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Pero esta norma básica que todos conocemos, en el estudio de Don santiago no la conocen o, como con otras tantas cosas, pasan de ella. Y así sale lo que sale: en este caso un puente (y un viaducto) donde ha habido que poner farolas tradicionales para poder iluminar con el nivel requerido a las personas que cruzan el río.

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Y no hablemos del dineral que costaba el mantenimiento de la iluminación proyectada y ejecutada que no valía para nada.

Es tan evidente, que Calatrava no ha protestado, como sí hizo hace unos años en Bilbao, que llevó al Ayuntamiento a los tribunales por haber osado pegar a su puente una pasarela de Isozaki.

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¡Estos divos!

¡Estos divos con el dinero público!

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Ahora que escribo esta coletilla me acuerdo que hace ocho años me tocó acompañar una mañana de sábado al prestigiosos arquitecto portugués Álvaro Siza a ver las cubiertas de hormigón de Felix Candela en el Oceanográfico de Valencia.

Él sólo quería ver esas dos piezas, que estaban ejecutadas pero sin las fachadas, con lo que el impacto de ver las curvas flotando sobre el aire era mucho mayor, ahora con los edificios terminados se pierde bastante.

Después de estar un buen rato allí, acompañados por un jefe de producción d ela constructora por si había preguntas que se me escaparan a mí, intentamos llevarle a ver el complejo de Santiago Calatrava.

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Se negó y negó y recontranegó. pero al final dio su brazo a torcer. Entramos en el Museo Príncipe Felipe, entramos 4 ó 5 metros de los 200 que tiene de largo, se asomó y se dio la vuelta, saliendo del edificio.

Cuando lo alcanzamos y le preguntamos qué le había parecido dijo la frase lapidaria: "Con un gran presupuesto cualquiera puede hacer algo espectacular"

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¡Chúpate esa!.

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