El pasado martes se inauguró en el atrio de bambús (sic) del Palau de la Música una nueva exposición, cuyo título responde a La Frutería de Cibeles, de la artista holandesa Lotje de Lussanet.
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En el comunicado que difundió el Palau de la Música y que fue repetido por los diarios gratuitos infames esos que expelen en las bocas del metro -ahora que digo esto, ¿por qué esta basurilla es gratuita y Público-Impúdico lo intentan vender en los kioscos?- repetido, digo, como cotorras sin cambiar una coma en ninguno de ellos, como se puede comprobar en internet.
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Ya se me ha ido el santo al cielo... mmm, pues eso, que la gente del Palau dice que nos sumerge a los espectadores en un onírico ambiente que recuerda al tríptico del "Jardín de las delicias" de El Bosco, y por otra, rinde tributo a la Diosa Cibeles.
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La referencia a El Bosco sí es clara, es una de las dos cosas que tuve claras nada más entrar en la exposición, hay dos cuadros que te remiten directamente a la obra citada.
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La otra cosa clara es que más que la frutería de Cibeles, por más que sean frutas los elementos representados, parece que hemos entrado en un kiosco y estamos viendo la zona de chuches. Divertida, colorida pero poco más.
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La diosa Cibeles debió salir en su carroza a toda velocidad en cuanto se olió el embolao en que le quería meter esta tal Lotje, que todo hay que decirlo, habla un español bastante bueno, si no en la pronunciación, sí en la construcción de frases.
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No se puede decir lo mismo de Vicente XX, nunca recuerdo el apellido, el coordinador de las exposiciones, que aún llevándolo escrito, su discurso fue penoso.
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¿Y de Mayren qué se puede decir?
Pues que iba estupenda, como siempre.
Entre los zapatos-pértiga y la permanente me sacaba una cabeza.
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Resumiendo, no merece la pena.
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