Libro: El río de la vida

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El río de la vida
A river runs trough it and others stories
Norman Maclean
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Traducción de Luis Murillo Fort
Diseño de cubierta, de Enric Jardí
Edita Libros del Asteroide
1ª edición, 2010
314 páginas
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Las tres historias que forman este libro (El río de la vida; Leñadores, proxenetas y «Tu camarada, Jim» y Servicio forestal de Estados Unidos, 1919) se han convertido por derecho propio en clásicos de la literatura norteamericana reciente. Norman Maclean las escribió cumplidos los setenta, cuando ya estaba jubilado como profesor de Literatura de la Universidad de Chicago. La pesca con mosca, el trabajo de los guardabosques, la naturaleza, la vida en Montana a principios de siglo, son algunos de los temas que Maclean aborda en estas inolvidables historias autobiográficas en las que retrata su aprendizaje vital. Sus historias pretendían expresar, en palabras del propio autor, «un poco de ese amor que siento por la tierra». Robert Redford adaptó este libro al cine en 1992 en un largometraje homónimo.

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"En nuestra familia no había una separación clara entre religión y pesca con mosca. Vivíamos en la región occidental de Montana, confluencia de grandes ríos trucheros, y nuestro padre, además de pastor presbiteriano, era un pescador experto que montaba sus propias moscas y enseñaba a los demás."

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Así comienza el libro, que tiene un interesante prólogo de Gabriel Insausti.

Reconozco que compré el libro porque la portada me recordó la película de Robert Redford y quise saber cómo era el libro, sin haber visto la película aunque siempre tuve ganas de verla y sin saber que el libro comprendía tres relatos.

Lo compré y, un día estaba leyendo, acabando el primer relato y vi que empezaba en la televisión la película. Estuve tentado de verla, la fotografía me pareció espléndida pero me contuve. A medida que seguí leyendo el libro supe que había hecho bien.

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Son relatos hermosos y muy visuales. Podemos ver los paisajes descritos, cómo corre el agua, oímos el ruido del agua y cómo el hilo de la caña se desliza por el carrete, oler el bosque.
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Son historias de hombres que están en la naturaleza, en una época dura, donde los trabajos hay que hacerlos con las manos, no son relatos bucólicos, de un pasado siempre mejor.

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Una sorpresa muy agradable.

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