El otro día asistí a la Liturgia literaria de Bibliocafé.
Estaba a cargo de Fernado Ortega, autor de El hechizo de Caissa, novela ambientada en el mundo del ajedrez.
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Entre los asistentes estaban los miembros de El cuaderno rojo, de quienes tuve noticia en la presentación de La loba de Al-Andalus, de Sebastián Roa, escritor que presentó este evento.
Yo no sabía de qué iba el invento y las palabras de Sebas tampoco pusieron mucha luz.
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Antes de que empezara la liturgia hablé un momento con Sebastián y pude felicitarle por su primera novela, Venganza de sangre, de la que entonces llevaba su lectura por la mitad.
También comentamos las Jornadas de Literatura histórica del fin de semana anterior, y lo agotadoras que resultaron para todos.
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Volviendo a la liturgia, Fernando explicó que no iba a explicar cómo se debe escribir una novela sino lo contrario, cómo no hacerlo y el mejor ejemplo de ello era cómo escribe él.
En el tiempo de debate una asistenta del publico le dijo que parecía un monologuista por cómo había hablado y gesticulado. Y tenía razón, lo digo ahora para que no se me olvide luego.
Habló de tres fases:
- Fase I. La documentación
- Fase II. Redacción
- Fase III. Correcciones
I. La documentación
En este punto habló de lecturas y de experimentación. De lecturas sobre el tema, como Una partida de ajedrez, y de experimentación porque aprendió a organizar torneos, a jugar partidas simultáneas y, con ayuda de la ONCE, a jugar a la ciega.
Importante fue el uso de internet para estudiar partidas míticas y al mismo nivel fueron las entrevistas con ajedrecistas de diferentes niveles y edades.
II. La redacción
Primero es necesaria una planificación y para ello se necesita partir de una historia base: ¿de qué va la película? en este caso el libro.
Luego hay que realizar una organización en líneas argumentales coincidentes con los personajes y las relaciones que haya entre ellos.
Posteriormente él realiza una planilla secuencia (Ver Fotografía) que pincha en un corcho de su despacho.
En su tercer proyecto de novela ha realizado lo anterior con la ayuda del programa Scrivener, aunque el resto lo ha hecho con un simple procesador de texto.
Luego se pasa a la escritura. Aquí contó la costumbre de ir enviando copias de seguridad a diferentes hermanos hasta que descubrió dropbox.
Siempre escribe a primera hora de la mañana, ha descubierto que es su mejor hora y que en su caso es fundamental que exista esta rutina de tener un horario.
En cuanto a la voz que narra, siempre utiliza la primera persona, no se ve capaz de escribir diálogos, le cuestan mucho y nunca queda contento.
No sabe que es el ritmo narrativo, ni tampoco tienen muy claro si un libro debe tener un final cerrado o abierto, dejando aspectos a la imaginación del lector.
III. Las correcciones
Es lo que más le cuesta, escribir El hechizo de Caissa le costó 5 meses, corregirla casi dos años. Nunca se acaba de corregir una novela.
Hay correcciones propias: quitar las miles de comas que pone de más, las ortográficas, de estilo, las argumentales, correcciones de fechas, de nombres -aquí contó que tuvo que cambiar nombres de personajes secundarios que se llamaban Pepe, por ejemplo, por Onofre, para que tuvieran nombres difíciles de olvidar.
Y las correcciones ajenas: ¿A quién se los doy a leer? ¿a personas que saben de esto o a familiares y amigos que me quieren?
Y luego: ¿A quién hago caso?
Acabó diciendo: "El trabajo de un escritor es mentir".
Lo cual da que pensar sobre todo lo anterior.
Y con esto y un poco de tertulia se acabó esta liturgia, que yo, equivocadamente, creí la primera.
La próxima liturgia literaria es con Vicente Marco el 14 de noviembre.
Y el día 30 del mismo mes habrá una mesa redonda, con cervecitas, de novela negra, como la que hubo este verano sobre novela histórica.
¡Vaya, dos enlaces en la misma anotación!
ResponderEliminarSe impone un cuarto agradecimiento.
¡Jo, que interesante parece que estuvo la conferencia! ¡Qué rabia perderme estas cosas!
¿No puedes grabarlas o algo? :-p
S. Cid: Además de interesante, primero fue una sorpresa, realmente no sabía a qué iba, pero conocía al autor por su libro del ajedrez. Cuando llegué a Bibliocafé y vi al grupo de El Cuaderno rojo me quedé ¿más tranquilo? porque supe que habría fiesta.
ResponderEliminarPor cierto, tu amigo, el detective Mejías, estaba allí.
Con este nombre de Liturgia literaria y habiendo asistido a ésta, te recomiendo la siguiente con Vicente Marco, cuyo libro Los que llegan por la noche recomiendo también (Me he dado cuenta que no lo he "reseñado")
Lo de grabar ya lo hago, en la libreta., por ahora.
Un saludo
Puedes seguir recomendándome... ¡en la distancia!, pero mientras Valencia no se traslade hasta Madrid, lo voy a tener difícil.
ResponderEliminarS. Cid: Pues nada, lo contaré aquí, siempre y cuando haya acabado de contestar los comentarios de la anotación de las I Jornadas de Literatura histórica, que han sido la friolera de 0. Por eso no han aparecido las crónicas de las cuatro mesas redondas siguientes, ja, ja.
ResponderEliminarYa que no puedes asistir puedes leer el libro de Vicente Marco. A ver si para entonces lo vuelvo a leer y lo comento brevemente.
Un saludo