Llaman a la puerta.
Abro y me encuentro este pedazo de taza.
- Hola, soy la vecina del noveno. Venía a pedirte azúcar pero me he dado cuenta que tampoco tengo café.
- ¿Azucar?
- Azucar -dicho como lo diría Celia Cruz, es decir: Aaaasuuuucaaaaar- Me llamo Bárbara y..... patatín, patatán...
Jo, pienso ¿no habrá una rubia que no hable por los codos?
Y sigue hablando, y venga, ale, como si no costara.
Me he quedado en lo de Bárbara, hace honor a su nombre, y ya no he oído nada más, mientras mantengo la vista fija en... la taza.
Después de un buen rato, creo que incluso me he dormido de pie, vuelvo en mí, con la mirada fija en... la taza y le oigo decir:
- Y como ya sé lo del blog puedo venir, si quieres, a echarte una mano con los libros. O las dos -añade mientras se muerde el labio inferior.
Bárbara y su taza son una buena razón para no seguir con el blog, je, je.
Aunque no las tengo todas conmigo porque el edificio sólo tiene ocho plantas. No sé, no sé.
Bárbara vive en el depósito del agua. Noveno y discreto loft. No como esas díscolas de la terraza que no te dejan leer...
ResponderEliminarURUMO: Más que loft es lost porque no lo encuentro, pero alguna pista sí tengo.
ResponderEliminarMaemía las vecinas de la terraza, bajo agotado, nunca me había cansado tanto leer, je, je.
Un saludo.