En el reciente viaje a Santander tuve tiempo de pasear por la ciudad cuando ésta se despertaba.
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Paseando por el borde del antiguo muelle, y pasado Puertochico, vi a lo lejos el mazacote del Palacio de Festivales de Cantabria, obra del arquitecto Francisco Javier Saenz de Oiza.
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La obra, de 1991, es un emblema de la arquitectura de aquellos años, un canto a cierta extravagancia hecha con dinero público, que como no es nadie...
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A mi juicio el edificio tiene problemas, algunos graves.
En Valencia se criticó, por algunos, la fachada oficial del Palau de la Música por ser muy opaca, sin saber que el emplazamiento original del edificio no era el presente sino donde se sitúan los edificios de oficinas, unas decenas de metros atrás.
En el caso de Santander no acierto a comprender la razón de tal mazacote, sin diálogo, contacto con el entorno que le rodea.
Está dejado caer allí com podría haber sido colocado 500 metros a cualquier lado. La integración hubiese sido la misma, nula.
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El edificio debe empezar, públicamente, en la plataforma que hay al ascender la kilométrica escalinata, hecho que no puede comprobar pues estaba cerrado al público.
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Creo que la mejor muestra de la megalomanía del edificio la da la fotografía en la que
una paloma nos indica el tamaño de la microacera que sirve de entrada al palacio.
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Nunca me gustó en revistas y ahora al verlo al natural me reafirmo en ello.
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2 comentarios:
Yo no lo había visto (ni en revistas ni al natural) hasta este verano. Quizá no pasé antes por allí o tal vez sí lo hice e iba pensando en mis asuntos.
No ocurrió así este verano, sin embargo, en que se me plantó delante el edificio y me mostró toda su horrorosidad.
No es sólo un error. Es un insulto al buen gusto y la muestra evidente del despilfarro que hacen del dinero de los contribuyentes.
Que no te enteras S.Cid, el dinero de los contribuyentes no es de nadie. Ya lo dijo Carmen Calvo, recordada "menistra" de Cultura y hermano del escritor.
Iba a poner en la anotación que el artefacto es una muestra del posmodernismo arquitectónico que tanto daño hizo en los ochenta en este país, pero igual los académicos ortodoxos no lo consideran de dicho estilo.
Y se me olvidó decir que el Palau de la Música de Valencia es del fallecido García Paredes, que diseñó bastantes auditorios a lo largo y ancho de este país. estaba considerado un experto en la materia. La gran cristalera sur no es muy acertada para Valencia pero durante 6 meses al año es una gozada estar dentro.
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