No recuerdo quién decía el otro día en Twitter que llevaba un día en la playa y no le gustaba nada el paisaje de tatuajes que había junto al mar.
Estoy de acuerdo.
Antes se decía que los tatuajes los llevaban los legionarios, los marinos y los presidiarios.
Ahora eso ha cambiado, no sé si a peor, la edad, la piel y el cáncer lo dirán, desde luego la estética ya dice que hemos ido a peor.
Esta fotografía la pongo para darme el gusto de no ver ningún tatuaje aunque tampoco es que fuera a ver muchos porque no pensaba ir a la playa.
4 comentarios:
¿Tendré que hacerme uno sólo por llevarte la contraria?
Venga, hombre, no me obligues a esa barbaridad. ¡A partir de ahora tienen que gustarte!
S. Cid: Por supuesto que no, pero hagamos un suponido, ¿cómo sería el tatuaje? Dilo, dilo.
Un saludo.
No he contestado a tu suponido porque llevo dos días pensando en él y mi imaginación se niega en redondo a ponerse en ese caso.
Lo siento, Caraguevo, un tatuaje en mí nunca será, ni sería, ni fue, ni es, ni na de na.
S. Cid: Que poca imaginación, tienes varios programas de esos en los canales de documentales.
Hoy decía uno que había ido a la playa, había visto a uno que iba tatuado y no había podido evitar acercarse y abrazarlo.
Tampoco hay que llegar a esos extremos.
Saludos.
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