.El tiempo mientras tanto
Carmen Amoraga
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Edita Planeta
116 páginas
Edición electrónica
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Ésta es la novela de María José, que sufre un accidente justo cuando ha recuperado el control de su vida. Y la novela de su madre, tan parecidas sin quererlo. Y también la de Marga, su amiga, que sueña por las dos. Y la de Fermín, Paco y Joaquín.
Es la historia de todas esas personas, unidos por lazos de amistad, de amor o de familia, y que a pesar de ello se convierten en desconocidos. Sólo una mirada desde la distancia los ayuda a recomponer su propio mapa vital.
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Podría decir que es una novela femenina porque trata de personas vivas, que sienten, que sufren, pero podría dar una imagen errónea, y más, con lo pervertido que está el término femenina con las revistas, las basuras televisivas, presuntamente dirigidas a ellas y el belenestebanismo, cumbre de lo peor de lo peor.
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Podría decir que lleva la etiqueta de finalista del Premio Planeta y que eso debe ponernos en guardia, como yo lo hice, por toda la historia -leyenda urbana o no- que arrastra este premio en cuanto a novelas encargadas. Pero esa prevención, lógica como digo, es injusta en este caso y, también, en el caso de "Riña de gatos" que ya apareció por aquí.
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Carmen Amoraga -salvo error, anterior responsable del Club de Lectura de El Corte Inglés en Valencia- ha conseguido una novela en la que lo importante son los sentimientos, y hay gran variedad de ellos en los personajes.
Van apareciendo, entrando y saliendo de escena, los distintos personajes que desnudan sus sentimientos, sus pensamientos ante nosotros, los presentes y los pasados, de un modo muy fluido, sin hacerse pesado en ningún momento aunque la narración prevalece sobre el diálogo, estos de una gran naturalidad.
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Es una historia triste, transcurra durante el coma de María José, pero no podemos ponernos a llorar con los personajes porque estamos demasiado interesados, en seguir lo que les pasa, más que lo que les pasa, cautivados por lo que sienten, lo que viven.
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Es, pese al premio, literatura sin florituras ni adornos, que va directa a preguntarnos si seguimos vivos, si sentimos.
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Muy recomendable, más para estos melancólicos días de lluvia.
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