SALVADOR SOSTRES
Los espejos del mal
Hace días que no puedo dormir, desde que sé que Comisiones Obreras está preparando un ERE. ¿Cuándo lo preparan? ¿Cuando vuelven de las manifestaciones contra los ERE? ¿Afectará a piqueteros, huelguistas o liberados sindicales? A aquellos a los que los empresarios no pueden echar, ¿los podrá echar su propio sindicato? La esquizofrenia en Comisiones tiene que ser total: necesitarán un psiquiatra. ¿Cómo van a organizar la huelga general con la que no dejan de amenazarnos si dejan en el paro a los agitadores profesionales?
Sabemos lo que cobran los banqueros y les crucificamos por su sueldo, como si su remuneración fuera la causa de la crisis.
Sabemos lo que cobran los políticos y a pesar de ello les acusamos de falta de transparencia y de ser unos privilegiados. ¿Cuánto cobra Fernández Toxo? ¿Cuánto cobra Cándido Méndez? ¿Es razonable que cobren estando los sindicatos subvencionados con dinero público? ¿Es ético, social y compañero que vivan tan acomodadamente gracias a lo que les recaudan a sus pobres afiliados?
Por lo que refiere a cuestiones más técnicas, ¿cómo van a resolver su propia conflictividad laboral? Los jueces sindicalistas que siempre juzgan improcedente cualquier despido, ¿qué van a hacer esta vez? ¿Qué va a pesar más en ellos, su sindicalismo populista o su sindicalismo orgánico? ¿El paria particular o el apparatchik ancestral?
Si en las negociaciones con los sindicatos siempre hay un momento en que tu abogado te acaba pidiendo una suma de dinero en efectivo porque el presidente del comité de empresa le ha dicho que será el modo más rápido de zanjar el asunto, ¿cómo va a funcionar el intercambio en este caso, quién estará en cada parte? En los mismísimos baños del juzgado -y si lo digo así es porque sé de lo que hablo- ¿quién acudirá con un sobre con 10.000 o 20.000 euros en billetes de 500? ¿Y quién vendrá a buscarlo? ¿Quién hará de pobre empleado? ¿Quién de hijoputa empresario? ¿Qué tajada se llevará el sindicato?
Lo que les exigen a los empresarios, ¿se lo exigirán también a ellos mismos, los líderes sindicales? ¿Serán tan generosos con su dinero y con su patrimonio como pretenden que lo seamos los demás? ¿En qué grado y en qué medida van a repartir su riqueza personal, tal como el sindicalismo propaga? Si uno de sus afectados se queda sin poder pagar la hipoteca, ¿le invitarán a vivir en su casa?, ¿le pagarán el alquiler de una casa nueva? Después de tantos discursos, y de tantas pancartas, y de tantos puños en alto, ¿cuál va ser su comportamiento? ¿Aprovecharán esta magnífica ocasión para demostrar con sus vidas y sus actos cómo se es una mejor persona, más justa y más solidaria?
Estoy ansioso. Apenas duermo. Todo el día conectado a internet a la espera de su ejemplo. ¿Organizarán los sindicalistas despedidos una manifestación contra su propio sindicato? ¿Les harán caso sus líderes o llamarán a la Policía para dispersarles? ¿Habrá agresiones, habrá contenedores quemados, habrá calles cortadas? Pero lo que más me interesa es lo personal: lo más «humano», como dicen siempre los sindicatos. ¿Cuánto cobran los privilegiados líderes sindicales? ¿Han renunciado a su cuantioso sueldo antes de echar a sus compañeros más humildes a la calle? ¿Qué parte de su considerable riqueza acumulada viviendo del sindicalismo van a donar a tanto liberado sindical que va a quedar absolutamente liberado? Y sólo por curiosidad: ¿Cómo se debe sentir uno que nunca ha trabajado cuando de repente le dicen que se queda sin trabajo?
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Salvador Sostres haciendo amigos, nuevamente, en su columna de hoy en EL MUNDO.
Las negritas de la última frase son mías.
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