El pasado miércoles fui a CORREOS a recoger un papelito de Agencia Tributaria en el que me vendrían a decir que ya no tenía que pagar más impuestos y que me iban a devolver con intereses lo ya pagado en años anteriores. Y todo ello de oficio, sin necesidad de solicitarlo.
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Sería eso o algo parecido. Por lo menos era lo que iba pensando-soñando.
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El caso es que me fui para la oficina de Correos y por la calle iba pensando que iba a ser el único usuario que vio nacer esa oficina en las condiciones actuales.
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Y casi el único que hablara español de aquí.
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Hoy en día entras en una oficina de CORREOS y no sabes dónde has entrado. Las operaciones bancarias las realiza DEUSTCHE BANK, hay multitud de carteles en lenguas cirílicas, árabes todavía no pero todo se andará, y se pueden realizar envíos de remesas de dinero a través de WELLS FARGO según indican carteñes en multitud de idiomas.
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Hay carteles en español, claro está, son los menos y están escritos a mano en un folio y pegados con celo sobre la pared.
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Es toda una aventura ir a CORREOS.
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Todo este rollo quería ser el prólogo, ha salido demasiado largo, de lo realmente importante que es que se deshace otra leyenda urbana.
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En los sitios, como Correos, las operaciones se hacen cogiendo un papelito para el turno, y siempre que llegas, por pronto que sea, ya hay gente delante y van por el número 17.
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Pero este miércoles no fue así. Llegué el primer, que dicen los chiquillos, y cogí el papelito con el número 1..
Me quedé tan sin saber qué hacer que casi se me cuela un sud.., dejémoslo ahí.
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El papelito ya lo he enmarcado y está colgado de la pared, entre la entrada del concierto de Tony Bennett y la entrada a las Torres Gemelas.
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