Hugo
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Año: 2011
País: EE.UU.
Dirección: Martin Scorsese
Intérpretes: Asa Butterfield, Chloë Moretz, Ben Kingsley, Sacha Baron Cohen, Christopher Lee, Emily Mortimer, Ray Winstone, Helen McCrory, Michael Stuhlbarg, Richard Griffiths, Jude Law
Argumento: Brian Selznick (libro)
Guión: John Logan
Música: Howard Shore
Fotografía: Robert Richardson
Duración: 126 minutos
Género; Aventuras, Cine Familiar
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París, tras la Primera Guerra Mundial. El pequeño Hugo Cabret, que ha heredado de su padre el gusto por los inventos, se ha quedado huérfano. Y tras desaparecer su viejo tío borrachín, que se ocupaba del mantenimiento del reloj de la estación de tren, vive solo en la torre, junto a la complicada maquinaria que ayuda a marcar las horas, sin que nadie lo sepa. Toda su ilusión es poner en marcha un autómata que andaba reparando su padre, y que cree que le ayudará a dar un sentido a su vida. Le ayudará Isabelle, que siempre ha deseado vivir una ventura, y se encuentra bajo la tutela de sus padrinos Georges y Jeanne. El viejo Georges regenta una tienda de juguetes mecánicos, de la que de vez en cuando Hugo birla piezas, y está amargado por algún suceso indeterminado del pasado.
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No tenía muy claro qué me iba a encontrar al ver esta película pues no he leído el libro en que se basa.
Tiene una atmósfera que recuerda los relatos de Charles Dickens, sin caer nunca en la ñoñería, aunque a veces esté en el filo.
Es una película larga para los usos de hoy en día pero en ningún momento se hace pesada pues tiene un ritmo que no decae.
La historia es una perfecta combinación de la mecánica, la magia y el cine, éste último muy presente con escenas de películas de los principios de este arte/entretenimiento, que sirven como homenaje a los pioneros, no olvidemos que uno de los personajes de la película es George Méliès.
La producción está más que cuidada, y en muchas escenas se nota que la película se rodó en 3 dimensiones.
El reparto es sólido, con una pareja de niños muy bien elegidos, un buen Ben Kingsley y unos secundarios a su altura.
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Una película muy recomendable, que sirve de clase pedagógica sobre los orígenes del cine.
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Tiene una atmósfera que recuerda los relatos de Charles Dickens, sin caer nunca en la ñoñería, aunque a veces esté en el filo.
Es una película larga para los usos de hoy en día pero en ningún momento se hace pesada pues tiene un ritmo que no decae.
La historia es una perfecta combinación de la mecánica, la magia y el cine, éste último muy presente con escenas de películas de los principios de este arte/entretenimiento, que sirven como homenaje a los pioneros, no olvidemos que uno de los personajes de la película es George Méliès.
La producción está más que cuidada, y en muchas escenas se nota que la película se rodó en 3 dimensiones.
El reparto es sólido, con una pareja de niños muy bien elegidos, un buen Ben Kingsley y unos secundarios a su altura.
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Una película muy recomendable, que sirve de clase pedagógica sobre los orígenes del cine.
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