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Según una antigua leyenda, Vysehrad fue la primera sede de la realeza checa. Se cree que la princesa Libussa profetizó aquí el futuro esplendor de la ciudad de Praga.
Hoy día resulta ante todo un lugar apacible, con parques y vistas incomparables de la capital y el valle del Moldava.
Crucifijo en el calvario de acceso al cementerio. El paseo por la zona es muy agradable y poco concurrido por los turistas porque no hay tiendas.
Vista de la iglesia neogótica de San Pedro y San Pablo desde el cementerio.
Fue fundada en la segunda mitad del siglo XI y ampliada en 1129. A mediados del siglo XIII se incendió y se reemplazó por un templo gótico. En 1885 se reconstruyó en estilo neogótico, y sus torres gemelas se añadieron en 1902.
Su cementerio es la última morada de muchos escritores, actores, artistas y músicos checos famosos, como Antonín Dvorak.
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El cementerio se inauguró en 1869 como panteón para algunas de las principales figuras del país, como Beldfich Smetana.
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