Sesenta kilos
Ramón Palomar
.
Diseño de cubierta: Random House Mondadori
Edita Grijalbo
1ª edición: enero de 2013
319 páginas
.
Sesenta kilos de cocaína pura. Sesenta kilos que supondrían el pasaporte de salida para muchos. Sesenta kilos que serán la perdición de casi todos.
Una novela de tramposos y estafadores en el submundo hispánico de la droga, por la que pululan camellos de poca monta y menos luces, gerifaltes del narcotráfico entrampados en la burbuja inmobiliaria, ex legionarios,
estrípers, propietarios de burdeles, contables, clanes gitanos... y ni un solo policía.
Una historia adictiva, trepidante, plagada de acción, salvaje y muy, muy real. Ramón Palomar sorprende y atrapa, desde el primer capítulo, con esta novela ambientada en Valencia, Oporto, Madrid, Tarifa y Tánger, narrada con la eficacia y el ritmo implacable de una película anglosajona a lo Quentin Tarantino o a lo Guy Ritchie, pero de auténtico sabor español, y unos personajes -soñadores, pícaros, pragmáticos, perdedores, luchadores- enormemente humanos.
"Novela negra española que derrite los gélidos relatos escandinavos. Ramón Palomar ha escrito una historia que deja sin aliento." SANTIAGO POSTEGUILLO
"Charli, el Nene, Mauro, Amapola, Frigorías, el Marqués... personajes al límite, una patada a las típicas novelas criminales." PACO ROCA.
.
Voy a empezar por el fallo del libro, porque tiene uno, solo uno pero muy grande: la portada.
Es una castaña se mire por donde se mire. Los de Grijalbo se la podían haber currado más, no hace justicia a lo que nos vamos a encontrar, nada de nada.
Bien, ya podemos ir con lo bueno: la novela.
En la presentación de la novela se comentó que ya había habido contactos para una posible adaptación al cine, y es verdad que la novela es muy visual, muy cinematográfica, con mucha acción y pocos pensamientos por parte de los protagonistas, y estos son fácilmente modificables en diálogos.
Ya digo que hay mucha acción, tanto en vertical, en horizontal e incluso de rodillas, y esta acción está salpicada por mucha sangre y también con gotas de humor que la hace más llevadera aunque aquella nunca es desagradable. El autor no nos ha situado ante monjas ursulinas, los suyos son personajes al límite pero no se regodea con la violencia.
Es una historia creíble, los personajes están bien definidos y la trama tiene un ritmo endiablado.
Muy entretenida, se lee con agrado.
Es una castaña se mire por donde se mire. Los de Grijalbo se la podían haber currado más, no hace justicia a lo que nos vamos a encontrar, nada de nada.
Bien, ya podemos ir con lo bueno: la novela.
En la presentación de la novela se comentó que ya había habido contactos para una posible adaptación al cine, y es verdad que la novela es muy visual, muy cinematográfica, con mucha acción y pocos pensamientos por parte de los protagonistas, y estos son fácilmente modificables en diálogos.
Ya digo que hay mucha acción, tanto en vertical, en horizontal e incluso de rodillas, y esta acción está salpicada por mucha sangre y también con gotas de humor que la hace más llevadera aunque aquella nunca es desagradable. El autor no nos ha situado ante monjas ursulinas, los suyos son personajes al límite pero no se regodea con la violencia.
Es una historia creíble, los personajes están bien definidos y la trama tiene un ritmo endiablado.
Muy entretenida, se lee con agrado.
2 comentarios:
La portada me ha recordado a otras, también de Grijalbo, que les funcionaron muy bien en la misma línea: las de aquella edición de bolsillo de la saga de Valerio Massimo Manfredi para Alejandro Magno. ¿Cómo se dice, fosforescente o fluorescente?
Si Palomar prepara segunda parte apuesto por el naranja. Naranja ácido ;-)
URUMO: Sé a qué portadas te refieres y tienen algún parecido, sí, pero aquellas eran las de edición de bolsillo y ésta no, y además en el libro de Ramón Palomar no tienen un papel destacado las navajas.
En cuanto a tu pregunta científica he puesto un enlace en el que se explica la diferencia entre una y otra propiedad.
Para explicarlo con un ejemplo: las señales de de emergencia en el interior de los edificios son fosforescentes, sin embargo las señales de tráfico en las carreteras son fluorescentes.
Por último, y volviendo al libro, este viernes lo presenta el autor en Bibliocafé a las siete y media.
Yo, ahora que me lo he leído, me acercaré a ver qué cuentan.
Un saludo
Publicar un comentario