sábado, 7 de julio de 2012

El coladero de la selectividad

El ministro Wert tiene razón y algo en la Selectividad no funciona porque la aprueban el 94% de los alumnos. El ministro ha abogado por "la cultura de la evaluación". 

El sistema educativo español parte de que el niño es un pobre imbécil holgazán e inadaptado al que no hay que frustrar suspendiéndole. El sistema educativo español es un fracaso porque en lugar de ser exigente es paternalista, y en lugar de intentar obtener lo mejor de los chicos baja el listón hasta convertir lo más bajo que dan en algo aceptable, cuando todo el mundo puede ver que evidentemente no lo es. Por decirlo en una sola palabra, el sistema educativo español es socialdemócrata, que es lo peor que se puede ser, lo más relativista y perjudicial para cualquier tipo de aprendizaje y de tensión moral. 

La educación tiene que ser obligatoria y universal, pero no puede convertirse en un coladero perdonavidas por una mal entendida lástima. La educación tiene que ser exigente y tiene que estar al servicio de los mejores, y su propósito tiene que ser darles alas para que a su vez ellos den alas al país con su mejor preparación y su excelencia. No todo el mundo nació para estudiar, ni para ir a la universidad; el argumento cuantitativo resulta siempre empobrecedor y la calidad es lo único que hace avanzar a los países y a las sociedades. 

Todo el mundo tiene derecho a intentarlo, pero el nivel ha de ser alto y no bajarlo. No es imprescindible tener una carrera para ser feliz, ni para ganarse muy bien la vida. Lo que sí es imprescindible para el progreso y la prosperidad es que un país disponga de un sistema educativo exigente y competitivo. 

El ministro Wert está en lo cierto: algo funciona mal si el 94% de los alumnos pasa las pruebas de la Selectividad. Sólo la exigencia saca lo mejor de nosotros mismos y es un crimen que los buenos estudiantes, que a la larga tanto podrían aportarnos, se amuermen sepultados por el tumulto y por la mediocridad general. 

Más allá de las universidades existe la Formación Profesional y miles de oficios que si se hacen con respeto y con empeño pueden llenar una vida y proporcionarte un buen sueldo. 

El paternalismo es siempre una estafa y tarde o temprano despertarás de golpe en la realidad. Es mejor que alguien te haya encaminado antes, cuando todavía no era tan humillante, cuando estabas a tiempo de interesarte por cualquier otra ocupación. Es fundamental que alguien te diga sin demora que dejes de saltar porque nunca serás un buen jugador de baloncesto. Al principio duele pero luego te das cuenta que te has ahorrado mucho tiempo. 

Es justo y necesario, a veces, que un solo hombre muera por un pueblo; pero nunca que todo un pueblo muera por un hombre solo. Hay que tenerlo claro y obrar en consecuencia. Sobra turba en las universidades, sobra relleno. Y falta invertir en mejores profesores que proporcionen un mejor nivel a los alumnos que estén a la altura de tal esfuerzo. Las universidades tienen que ser catedrales y no plazas públicas ocupadas por indignados. 

Sólo seremos mejores siendo mejores, confiando en los mejores y apostando por los mejores. Del paternalismo y de la caridad no tiene que ocuparse el ministerio de Educación sino el de Asuntos Sociales.
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Compartido por Salvador Sostres en Twitter
Publicado en EL MUNDO
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