La baldosa pecadora

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Las personas humanas...

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Reconozcámoslo, escuchar esas tres palabras como comienzo de misa de nueve de un domingo de agosto hace que te despiertes del todo.

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Eso ocurrió al lado de mi casa, y no me he podido resistir a contarlo.

Pero yo venía a hablar de otra misa, de otra iglesia.

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La iglesia del Carmen, perteneciente a la parroquia de la Santa Cruz, no recuerdo si santa o santísima, está en la plaza del Carmen, en el barrio, efectivamente, en el barrio del Carmen.

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Tiene una fachada singular, lo que se llama fachada decorado, cuyo ejemplo más conocido, aquí, es la de la iglesia de Chelva, un pueblo del interior de la provincia.

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Normalmente la misa se celebra en la capilla lateral (primera fotografía), que supongo que es la de la Comunión, que tiene la particularidad de que hay que cruzarla para acceder al despacho parroquial.

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Bien, pues el otro día, atendiendo al sermón del sacerdote, atendiendo, atendiendo digo, nada, ¿oiga, hay alguien? no debía haber cobertura o mi cerebro no pillaba la red.

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Lo que pasaba es que el sacerdote dirigía el sermón a una baldosa, no al suelo, a una baldosa concreta, ni una sola vez levantó la vista para indicar que lo que decía fuera también con nosotros, y cuando digo nosotros me refiero a las cinco personas que estábamos allí atendiéndole, por decir algo.

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El caso es que ni portavoces de la alegoría cósmica ni na de na, todo fue para la baldosa, de ahí el título, y nada para nosotros.

Y eso que nosotros éramos las personas humanas.

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