La muchacha que estaba a mi derecha iba enfrascada viendo la pantalla de su iPod y no la ha visto llegar pero al verla sentarse frente a ella no ha podido evitar sonreír mas tiempo de lo estrictamente necesario. Y eso que ella también iba bonica.
En el vagón de al lado alguien ha preguntado, lo suficientemente alto para oírsele desde donde yo estaba, si la cabalgata no era mañana (por hoy).
Lo que no entiendo es cómo se atreve a salir de casa así, cuando todo el mundo sabe que el rojo y el rosa se llevan a matar.
2 comentarios:
Verdaderamente... ¡Cosas veredes...!
Un abrazo.
MGae: De tó, hay de tó.
Un saludo
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