Después de pasar por uno de los espacios más conseguidos del edificio pasamos al peor con diferencia, el auditorio superior.
La foto parece que sea de una infografía, pero no, es así, frío y desangelado.
Aquí también hay un mural diseñado por Santiago Calatrava.
En su origen, este auditorio iba a ser descubierto, al aire libre, pero una de las primeras decisiones de Helga Smichdt al llegar fue que fuera cerrado.
Salimos por el lado simétrico y nos encontramos con otro espacio con palmeras y cipreses y una nueva vista, esta vez sobre el jardín del Turia y el Museo de las Ciencias.
Una cosa que hay que reconocerle a Calatrava es que ha conseguido quitar la imagen del ciprés como árbol funerario.
Estábamos en el nivel superior y bajamos nuevamente al inferior, a visitar diversos talleres.
Y me quedo con esta fotografía de uno de los pasillos (hay dos, como siempre) que dan servicio a las dependencias técnicas del nivel inferior.
Ha sido la primera vez que piso estos espacios, cuando me fui no estaban construidos. En su lugar había tierra, que se puso como base para la grúa que se utilizó para colocar las piezas metálicas de las cáscaras laterales. Luego hubo que excavar.
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